La mala dinámica a domicilio convirtió la derrota del Málaga Club de Fútbol en Butarque ante el CD Leganés en un auténtico drama. Tras la goleada conseguida en La Rosaleda ante el Deportivo de La Coruña, con las buenas sensaciones dejadas, con un 3-0 contundente, el lógico optimismo se instaló en la plantilla malaguista y su afición. Se atisbaba una gran reacción tras cuatro derrotas consecutivas y regresaba la esperanza, apartando el huracán, borrando de un plumazo los infortunios y el mal sabor que han ido dejando las lesiones sufridas. Tan solo el técnico Sergio Pellicer dejó los pies en el suelo advirtiendo que con las nuevas derrotas llegaría el ruido. Y en la primera ocasión, cuando todo parecía de cara, repitiendo once inicial, llegó la derrota y el ruido, que se convirtió en estruendo cuando finalizó el choque en tierras madrileñas con un 2-0 en contra. El equipo malagueño regresaba a su cruda realidad de golpe y porrazo, y se evaporaba como por arte de magia el magnífico triunfo conseguido ante el Dépor. La afición malaguista, sufridora como la que más, estalló tras ver como su equipo se mostraba blando en defensa e inofensivo en ataque. Volvió la nube negra sobre el malaguismo, y la figura de Sergio Pellicer volvió a resultar dañada, quedándose casi sin crédito en la jornada 10 de LaLiga Hypermotion. Hasta el jugador más admirado e idolatrado de los blanquiazules recibió reproches sobre el césped de Butarque. El hartazgo de la afición es claro y manifiesto.
El cuadro de la Costa del Sol se encuentra en el puesto 18 de la tabla clasificatoria con 11 puntos, al borde los puestos de descenso, y a falta de un partido aplazado entre la SD Huesca y la Real Sociedad B a causa del virus que afectó a casi todos los integrantes del plantel oscense. De momento la zona roja la ocupan el Real Zaragoza con tan solo 6 puntos, CD Mirandés y Real Sociedad B con 9, y el Granada CF con 10 puntos, a tan solo uno de los malaguistas. Esta es la situación si miramos hacia abajo, pero si nos cargamos de optimismo y miramos la zona alta, los puestos que dan derecho a jugar los playoff por el ascenso se encuentran a tan solo 4 puntos. El límite lo marca el Burgos CF con 15 puntos, lo que es la mejor prueba de la tremenda igualdad que impera en la categoría de plata del fútbol español. Si ganas dos encuentros te colocas en los puestos de la zona noble y si pierdes dos partidos caes a puestos de descenso. Así las cosas, los consabidos pequeños detalles, los errores puntuales y cierta falta de intensidad, te pueden pasar factura. No hay que olvidar la merma que suponen las lesiones y las bajas por el virus que se ha instalado en el vestuario malaguista y va atacando uno por uno a los jugadores blanquiazules. El ejemplo lo tuvimos en Butarque, donde el ariete titular Chupe tuvo que dejar su puesto a Eneko Jauregi en el descanso al verse afectado por el proceso vírico gastrointestinal. Todo suma y todo resta.
Con este panorama, con un incendio en el malaguismo, y 32 jornadas por disputarse, directivos, cuerpo técnico y jugadores tienen que hacer un ejercicio de autocrítica y de análisis profundo para salir airosos de este punto. A su vez, a los sufridores malaguistas les toca tener la máxima empatía posible con el club y su plantilla, para seguir con el apoyo incondicional que han mostrado durante los últimos años, no desfallecer y llevar de nuevo en volandas a sus jugadores hacia un nuevo triunfo en el Estadio La Rosaleda ante el FC Andorra, que llegará a la capital de la Costa del Sol colocado en la octava plaza con 15 puntos y tras empatar sin goles en su terreno de juego ante el Granada CF. Tras 3 puntos sumados de 18 posibles por los de Pellicer, el encuentro del próximo domingo (14:00 horas) en La Rosaleda se convierte en una final, en la jornada 11 del campeonato. La presión recae en los jugadores y, sobre todo, en el técnico de Nules, que conocedor de la exigencia que requiere la situación se está quedando sin discurso ante las críticas. Los resultados mandan y deciden. Queda mucha competición, pero es hora de una reacción real que vaya colocando al equipo donde se merece. La actual crisis de resultados ha rebajado las expectativas y ha hecho pensar una vez más en la cifra de los 50 puntos y la permanencia. Toca esperar para volver a ilusionarse y soñar con cotas más altas.